El loro Rubén


El loro se consideraba el volátil más afortunado del mundo. Vestía hermosas plumas de vivos colores hablaba hasta por las alas y su nombre era Rubén, nombre de gran importancia por lo que había oído decir a su dueño, granjero de profesión, al que le gustaba mucho la lectura y la poesía y a las que dedicaba sus momentos de descanso.

Mientras que el resto de los animales de la granja vivían en gallineros, porqueras y establos, Rubén, habitaba el confortable y rústico comedor de la casa de su amo. Un palo largo y alto, atravesado como una cruz, le servía de pedestal para andar y dar vueltas de un lado para otro, además podía volar cuanto quisiera e incluso posarse en los muebles de la estancia y era dueño absoluto de una espaciosa jaula. Ciertamente se sentía un ave diferente y especial. Imitaba toda clase de sonidos y pronunciaba palabras con mucho entendimiento. Pues sí, Rubén se sentía muy afortunado y dichoso en aquella hermosa y próspera granja desde donde podía divisar las montañas y los verdes prados.

El loro Rubén, con tantas regalías comenzó a despreciar a las gallinas, pollos, patos, faisanes y pavos. Los consideraba de todo punto inferiores, era más, se avergonzaba de que tuviesen plumas como él. A la vaca, el caballo, los cerdos, y la medía docena de ovejas que pastaban tranquilamente por el prado, aunque eran bestias de enorme tamaño, las ignoraba ¿ quién podía fijarse en animales tan zafios ? Su soberbia había alcanzado límites absurdos.

Una noche el granjero recibió la visita de algunos vecinos que se mostraron muy nerviosos y excitados. El loro, que ya dormitaba en su jaula, escuchó revolución y guerra y con estas palabras que le resultaron agradables por aquello de las erres, se quedó dormido.

Dos días más tarde vio partir a su amo con el camión en el que había metido un gran saco que se movía muchísimo y del que salían extraños sonidos. El loro andando de aquí para allá sobre el respaldo de un sillón y dando fuertes silbidos miraba a través de la ventana de la casa con inquietud. La conducta del granjero le parecía extraña. Pronto se tranquilizó. Todo lo que ocurriese al exterior de su ventanal no tenía nada que ver con él.

A la semana siguiente, sobre la misma hora, el hombre se subió al camión y esta vez lo que se llevó fueron las ovejas. El loro que de tonto no tenía una pluma, se fue percatando que cada vez había menos animales en la granja, y desde luego las gallinas y demás plumípedos ya hacía tiempo que habían desaparecido. No obstante seguía pensando que aquellas cuestiones no podían ni debían afectarle en lo más mínimo. El viaje en el camión lo hicieron los cerdos, la vaca, y un día desapareció hasta el caballo.

El granjero era un buena persona que ante la adversidad no se encolerizaba pero si le daba mucha tristeza tener que deshacerse de sus animales, pero lo había decidido así porque no quería que cayesen en manos del enemigo, de modo que los llevaba al matadero del pueblo y los hacía sacrificar. Vendía parte de la carne y de ésta manera obtenía alimento y dinero. Tenía que ser previsor, porque las cosas que estaban ocurriendo últimamente no auguraban nada bueno y temía que en cualquier momento tuviese que poner sus pies en polvorosa. Sólo le quedaba el loro y también debía deshacerse de él.


Un mal día Rubén fue vendido por unas míseras monedas en el mercado. Nadie quiso dar más dinero por tan insignificante ave parlante. Su amo lo dejo en manos desconocidas, se metió la calderilla en el bolsillo y alejándose iba pensando .- Corren malos tiempos .-



4 comentarios:

  1. Muy bueno!!! Y si.. Corren malos tiempos, Rubèn!!!! Tan cierto!

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    1. Más de lo que supones. Pero tengo la certeza de que serán remontados.

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  2. Cuanto mensaje hay en la historia que cuentas. Tantas veces nos cremos superiores e imprescindibles, y somos calderilla, porque nadie nos compraría.
    Podrías mandar tu historioa a todos los políticos, en navidades

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  3. Amiga mía, los políticos y demás colindantes no prestan oído nada más que a sus propios intereses = Dinero.
    Cariños y agradecimientos por tu visita a mi blog de
    Carmen.

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