El ocaso

¡Había estado malita, muy malita! Pensaba Doña Gertrudis, y ¡tan sola! Si no hubiese sido por los cuidados de su joven vecina posiblemente ya no estaría en este mundo. Tenía familia, cuatro sobrinas, hijas de sus dos fallecidas hermanas, que no vivían lejos de ella, en una ciudad tan pequeña, que las distancias se recorrían a pie en algunos minutos. Lo cierto era que, aunque la llamaban a menudo por teléfono, y hasta le habían regalado un “inal-no-se-qué...” para transportarlo, cuando ella se moviese por la casa de una habitación a otra, y además, un teléfono móvil, que no entendía en absoluto, para el caso de que le fallara el que tenía desde siempre, que ella recordara, en la mesita camilla del comedor, no iban a visitarla más que un par de veces al año.


Doña Gertrudis suspiraba y disculpaba a su familia. Con la vida tan ajetreada que llevan éstas jóvenes de hoy es imposible que dispongan de tiempo para dedicarle a una vieja como yo. No, no es falta de cariño. El trabajo los negocios y un sin fin de ocupaciones que han surgido con los nuevos tiempos en que viven. Si yo tuviese menos edad, sería yo, la que fuese a echarles una mano para lo que les hiciese falta, como he estado haciendo durante muchos años. Entre suspiro y suspiro, la anciana se desahogaba con su cariñosa vecina. Pero ya ves, proseguía, ya tengo ochenta y nueve años y estoy hecha una chanca. La chica la escuchaba, le daba unos cachetitos cariñosos en sus arrugadas mejillas y le sonreía con ternura.

Aquel domingo había amanecido soleado y con buena temperatura. Doña Gertrudis pensó que alguna de sus sobrinas se acercaría a visitarla puesto que se habían enterado que había estado muy delicada. La semana que había quedado atrás resultó tremenda, con fuertes lluvias, frío intenso y vientos huracanados que no cesaban. La gente había salido lo indispensable a la calle, pero hoy, el día era magnífico y estaba segura de que recibiría alguna visita.

A las doce en punto del medio día sonó el timbre de la puerta. La anciana se apresuró, con pasos menudos por el pasillo y con el corazón palpitandole con fuerza, se decía ¡Serán ellas! Miró por la mirilla. ¡ Lo eran ! Abrió y todo fueron besos y abrazos. Por las blandas mejillas de Doña Gertrudis rodaban lagrimones de alegría.. Pasadas todas las efusiones de cariño, habló una de las sobrinas que se nombró portavoz del grupo. -Querida tía, hemos pensado que no puedes seguir viviendo sola, ya tienes mucha edad, y como todas te queremos muchísimo ( aquí, a la anciana se le encendieron dos lucecitas de esperanza en sus empequeñecidos ojos) hemos pensado, la voz de la sobrina cada vez se hacía más y más melosa, a la vez que a su tía, Gertrudis, se le iban apagando las lucecitas de sus pupilas, que te iba ha parecer bien nuestra proposición. Tiíta, hemos encontrado un lugar maravilloso para ti. Tiene clínica, médicos permanentes, jardines, salón de recreo, televisión... ¡Es una Residencia de mayores magnifica! Por otra parte debes de comprender que ya no puedes administrar tu fortuna, tus dineros... nosotras lo haremos mucho mejor que... La tía Gertrudis ya no quería oír nada de todo aquello. De tanta palabrería barata, solo las últimas palabras fueron las que se le quedaron marcadas en el corazón como un hierro candente. Fortuna, dinero…

6 comentarios:

  1. Hola Carmen.
    Que bien has descrito en forma de cuento, una realidad que ocurre muchas veces.
    Mi enhorabuena por este don que tienes para la escritura.
    Un beso, Montserrat

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  2. Gracias por la visita, Montserrat. Tristemente es una historia que se repite con demasiada frecuencia. Un beso de amistad de Carmen

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  4. Hola nuevo Carmen, en el facebook he leido el nuevo relato del pajarillo y la mariposa, veo que no lo has posteado en el blog.
    Es un relato precioso.
    Besos

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    1. Hola, Montserrat, muchas gracias por el comentario al pajarillo rojo. Si que está posteado pero debes de mirar en donde pone entradas antiguas y encontrarás más relatos.
      Besos de Carmen

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  5. Muy interesante y precioso tu blog.

    Te invito a visitar el mío
    amalialateano.blogspot.com.ar

    Me gusta cómo escribes. Te felicito

    Amalia

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