Después de un
frío invierno, llegó una esplendorosa primavera llena de perfumadas
y coloridas flores, los trinos de los pájaros y los cálidos rayos
de sol. Un airecillo acariciador se encargaba de transportar estas
sensaciones a todos los rincones de este bosque encantado. Allí
vivían las hadas, los duendes e infinidad de animalitos e insectos.
La alegría y la
actividad era visible en todos sus habitantes, convirtiéndolo en un
paraíso verdaderamente mágico.
La Reina de las
Hadas vivía en un hermoso palacio y todos los habitantes del bosque
eran felices con los trabajos que les correspondía atender, o al
menos, eso parecía.
Una
mañana muy tempranito, cuando aún quedaban gotas del fresco rocío
en las hojas de los árboles y en los pétalos de las flores,
coincidieron en el mismo vergel, una mariposa y una abeja, separadas
por unas cuantas ramitas de distancia. Cada una revoloteaba con sus
alas extendidas, como si de una danza se tratase, de pronto se oyeron
dos suspiros, la mariposa y la abeja se miraron. -¿Qué te sucede?
Se preguntaron la una a la otra a la vez y se pusieron a reír porque
las dos habían hecho la misma pregunta. –contesta tu primero dijo
la abeja muy amable.
-¡Ay! - dijo la
mariposa – ¡Me siento tan inútil!. Solo sirvo para polinizar las
flores, formo parte del bonito paisaje de la primavera y las
personas únicamente me nombran cuando tienen un mariposeo en el
estómago, o un revoloteo de mariposas en la cabeza, que en verdad,
todo eso, no se lo que significa. En cambio tú, todo lo que haces es
de provecho, ¡Te admiro! ¡Como me gustaría ser una laboriosa
abeja!.
-¡Ay! - dijo la
abeja - ¡Me siento tan cansada ¡ Solo soy una obrera. Es verdad que
fabrico rica miel y cera que también se aprovecha, pero paso el día
y la noche trabajando y ni siquiera puedo poner huevos, pues eso sólo
es privilegio de la reina de las abejas. ¡Cómo me gustaría ser una
linda y descansada mariposa como tú!.
Así pues,
decidieron visitar a la Reina de las Hadas, para que con su magia
blanca y poderosa, transformara a la mariposa en abeja y a la abeja
en mariposa. Así lo hizo la Reina atendiendo a sus vehementes
deseos; no sin antes advertirles que su magia ya no se podría
deshacer, y extendiendo sus finas y blancas manos hizo caer sobre
ellas un brillante polvo con estrellas azuladas. Al instante las dos
se sintieron transformadas y dando las gracias a su majestad salieron
volando cada una a afrontar su nuevo destino.
Al rato de volar
la abeja, que antes fuera mariposa, quiso posarse en una flor pero
no se entendía con sus nuevas patas, eran demasiado peludas y le
pesaban. Tampoco las alas le ayudaban mucho pues le parecían muy
pequeñas y finas. Tubo que hacer grandes esfuerzos para poder
sujetarse en los pétalos de una flor. -¿Qué es esto? ¡Todo mi
cuerpo esta lleno de polen !- y como no podía soportar tanto peso
aterrizo en el suelo. Se sacudió y como pudo reanudo el vuelo. Vio
unos girasoles y allí se fue, pensó que al ser tan enormes y
abiertos podría sujetarse mejor e impregnarse menos de ese polvillo
amarillo y pegajoso.
Terminada
la jornada se unió a otras abejas y las siguió al panal donde la
actividad era incesante; estaba muerta de cansancio pero allí no se
paraba de trabajar ni un momento.
A
la mañana siguiente voló de nuevo al bosque ha comenzar la misma
tarea del día anterior. -Pues tenía razón la abeja, pensaba, es
una vida muy dura sin descanso ¡Con la vida tan regalada que yo he
llevado!- Pero la mariposa no podía volver atrás, ya siempre sería
una abeja obrera, y así un día y otro y otro...
Al
cuarto día tuvo una idea: .- Trabajaré, pero con menos
esfuerzo.- Volando de aquí para allá, se había dado cuenta de que
los habitantes del bosque hacían pasteles en sus casitas; que
debían ser buenísimos por el olor tan dulzón a canela y azúcar
que despedían.
Eso
es lo que haría, atracarse de dulces, quedaría tan llena en una
sola vez que no tendría que hacer tantas idas y venidas para obtener
el néctar de las flores. Y tal como lo pensó lo hizo. Se coló por
una ventana y fue directa a un pequeño pastel muy blanco y bastante
alto, que subía en espiral adornado por una rosada guinda que le
hacia las veces de corona. Al momento, con gran horror, se dio
cuenta de que sus patas estaban pegadas en aquel dulce mejunje.
Cuantos más esfuerzos hacía por salir más se hundía. De pronto,
una mano cogió el pastel y de sopetón lo tiró al cubo de la
basura. Oyó una vez que decía .-¡Que asco tiene un bicho !-. A
partir de este instante se hizo la oscuridad y el silencio. Y este
fue el triste fin de una mariposa que quiso ser abeja.
Por
su parte la abeja, que ahora era mariposa, se creía inmensamente
feliz y no paraba de pensar.- ¡Que vida mas buena y cómoda voy ha
tener de ahora en adelante, sin hacer nada ! Todo el mundo dirá.
-¡ Mira esa mariposa, que colores tan bonitos tiene, como alegra el
paisaje... !
Pero
pronto se dio cuenta de que todo no era lo que parecía. Sintió
hambre y decidió posarse en una flor, pero su lengua era más bien
corta y no llegaba hasta el néctar. Las alas le pesaban pues eran
demasiado grandes y sus patas no la sostenían pues eran demasiado
finas. Ya era tarde para arrepentirse. La Reina de las Hadas les
advirtió que el hechizo sería para siempre. Y pensando, pensando,
en estas cosas; no se dio cuenta que se había dejado atrás el
bosque encantado. Estaba perdida en un lugar desconocido y se asustó,
pues el vuelo irregular al que se veía obligada la agotaba, así que
decidió descender y descansar sobre una piedra cerca de un arroyo
que podría proporcionarle algo de frescor. No había terminado de
plegar sus alas cuando vio con horror que unos enormes ojos saltones
la miraban. Voló despavorida justo a tiempo de esquivar una lengua
larga y viscosa que la habría atrapado sin piedad. Su corazoncito
latía acelerado. Iba sin rumbo, desorientada, no quería parar .-
¿Qué será de mi?.- La sobresaltó un ruido, algo se movía a su
alrededor, pero cuando se percató ya era demasiado tarde. Se había
metido de lleno en una tela de araña, o al menos eso creía ella.
Dentro de esa trampa se la llevaron a un lugar extraño, allí no
había ni flores ni árboles. Sintió que con mucha delicadeza era
cogida por las alas, la sacaban de su encierro y la depositaban sobre
un fino y blanco papel y sin ningún miramiento fue atravesada por un
vulgar alfiler. Se oyó una voz que decía - ¡Será la mariposa más
hermosa de mi colección !-. Y este fue el triste fin de una abeja
que quiso ser mariposa.
¡Pobrecillas!
No supieron apreciar el valor de su propia existencia.
FIN
Un final un poco triste, pero el relato es muy dulce, me has transportado a mi infancia.
ResponderEliminarMuchas gracias y un beso.
HD
Gracias Humberto por tu comentario, me alegra que te hayas sentido niño por algunos momentos, momentos que rejuvenecen el alma y los sentimientos, esa es la idea. Te devuelvo el beso desde Valencia.
ResponderEliminarLa historia es preciosa, ese querer cambiar, ese estado de incoformismo, creo que a todos nos ha pasado o lo hemos pensado alguna vez. Yo cuando era niña, quería ser pájaro para poder volar muy alto, también quería ser hormiga para esconderme y pasar desapercibida, y muchas más cosas. Este escrito me ha hecho regresar a aquel pasado lleno de sueños inocentes. Pero casi mejor que siga siendo persona, no sea que me pase como a las protagonistas de tu cuento.
ResponderEliminarBellísimo por cierto, y lo cuentas de manera que atrapa y no se puede parar de leer hasta el final.
Me gusta mucho tu forma de escribir, te felicito y aplaudo.
Besitos.
Chelo.
Gracias, Chelo ,por tus elogios, yo también te felicito y te aplaudo por tus hermosos versos que me llevaron a conocerte. Un abrazo Carmen.
ResponderEliminarQue bella y real!! la historia a travès de estos animalitos,nos demuestra cuantas veces nos sentimos descomformes, inseguros, o menos que otros. Y cada uno, como es, y hasta con posibilidad de cambiar o mejorar, vivir la vida y disfrutarla. Somos ùnicos, irrepetibles y ...si fuese por volar, las alas de la imaginaciòn son un transporte excelente. Besitos amiga!!!! Iris
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Iris, por medio de los animales se pueden transmitir muchas historias, que a mi parecer las hacen más agradables. Un beso para ti Carmen.
ResponderEliminarCuan dificil nos es aceptar nuestra realidad, lo que siempre acarrea infelicidad.
ResponderEliminarBesi.
Gracias Mari, por dedicarle tu tiempo a mi cuento.
EliminarVerdaderamente tendríamos menos disgustos y problemas si aceptásemos las realidades de nuestra vida.
Un abrazo
Carmen.
Me encantan tus dibujos, veo eres una artista polivalente.
ResponderEliminar¡ Hola, Marcos ! Si, ldibujar me entretienen y me hacen pasar muy buenos ratos.
EliminarUn abrazo
Carmen.