Con
gran polvareda y alboroto de los herrados cascos de sus caballos
llegaron los armados soldados del Rey, y a empellones sacaron al
joven y mísero campesino de su choza, todo ello ejecutado por orden
de su real majestad, por no pagar los impuestos a su debido tiempo.
El
muchacho se quedó consternado en medio de aquella desolación. ¿
Cómo había de pagar, él, los impuestos si los campos se habían
helado y por consiguiente las cosechas estaban quemadas y su pequeño
ganado de cabras habían muerto de inanición ? Hasta su último
trozo de pan seco se lo dio a una vieja que lo necesitaba más que
él; la pobre mujer ya no se tenía de pie. Ahora si que era mísero,
ni techo tenía. Tendría que buscar algún lugar donde cobijarse, y
andar y andar hasta encontrar otro país que le brindara alguna
oportunidad para vivir dignamente.
En
su errar de un lugar a otro, al cabo de muchos días, de pronto, se
encontró con la anciana que él había socorrido, y ésta le informó
que su país estaba siendo asolado por un enorme dragón, procedente
de la unión de otros reinos mas poderosos que el suyo. Lo estaba
incendiando con llameantes lenguas de fuego, pues la insaciable
avidez de las otras potencias estaba a punto de repartirse sus
tierras, palacios y castillos.
Se
enfureció el muchacho y se preguntó si él, pobre campesino, podría
hacer algo en favor de sus afligidos paisanos. La vieja, que no era
ni mas ni menos que el destino, por arte de encantamiento puso
delante de él dos descomunales sacos de oro, otorgándole una fuerza
inusitada para que pudiese trasportarlos hasta la montaña done
estaba la bestia. Lo primero que debes de hacer, le dijo al
campesino, es presentarte al Rey y hacerle saber que tu sacarás al
reino de tan crítica situación, pero a cambio, su majestad, te
concederá la mano de su única hija, cediéndote también la corona;
pues ha gobernado con despotismo y derroche y estos excesos han
llevado al país a la miseria; aparte de que está muy delicado y
envejecido, de tal modo que la corona ya le ladea en su canosa cabeza
y de sus manos temblorosas se le escurre el cetro real. Es hora que
de que el reino tenga savia nueva y limpia para que florezca de
nuevo. Después de todos estos requisitos indispensables, continuó
la mujer, irás al encuentro del dragón y le mostrarás los costales
llenos de oro y cuando abra sus fauces se los lanzarás para que se
los trague. El muchacho tembló. ¿Y si el monstruo no se traga los
sacos? Si fallo me comerá el dragón, y si consigo escapar el Rey
mandará que me corten la cabeza. No temas, le tranquilizó, la
vieja, el dragón se tragará lo sacos. La codicia es un vicio muy
fuerte y los países que lo han enviado son muy codiciosos.
Marchó
el campesino a cumplir estos mandatos y una vez que habló con el Rey
y obtuvo sus promesas se dirigió a la montaña donde estaba el
verdoso y gigantesco monstruo.
¡
Eh, dragón - gritó con todas sus fuerzas el muchacho - te traigo
estos sacos llenos de oro para que los devores! Estos costales
rebosantes de riquezas, a cambio de que tus avariciosas naciones
dejen en paz a la mía. Rasgó los sacos con brío y dejo que viera
el brillo de los lingotes de oro. El horrible vicho abrió sus fauces
y se relamió con sus viscosas lenguas de las que cayeron chispas a
modo de babas y se trago los sacos en un santiamén. Alzó el vuelo
con sus espinadas y descomunales alas perdiéndose rápidamente en
las alturas como una mancha verde.
El
campesino regresó victorioso al palacio del Rey, que cumplió sus
promesas. Lo desposó con su bien amada hija y le cedió la corona y
el cetro. Desde aquellos días el reino recobró la prosperidad y la
justicia, ya que la joven pareja reinó con sabiduría y honradez.
Fin
Que esa crisàlida de vida y vuelo a esta mariposa, contando y pintando ficciones con parte de realidades. Y rodeada de su amada tierra, que con orgullo muestra.
ResponderEliminarIris, no sabes en que alto concepto valoro tus palabras y tus ánimos. Un abrazo inmenso, querida amiga.
EliminarQuitando el último parrafo con el desenlace, no se porqué, mi subconsciente me ha comparado algo de lo que cuentas con España, y al dragon con la Angela Merkel. Que cosas.
ResponderEliminarHas acertado plenamente, amiga mía, fantasía y realidad servidas en un mismo cuento. Hermosa fantasía y triste realidad.
EliminarGracias por comentar.
Besines de Carmen.